Bitácora poético/cletera...que es lo mismo ni es igual
Journal for poetry and cycling lovers ...that is the same yet it's not equal

domingo, 19 de marzo de 2017

Fall in Autumn - 24th entry -

FALL IN AUTUMN
                     540 days off season


entry 24  Red lights

               La chica toca la puerta de cristal para llamar la atención de los curiosos transeúntes. Maquillada con sutileza, expone sus pechos tras la vitrina y un ajustado conjunto rojo de medias ligas le adorna las piernas más largas que el olvido. Si pasas atento y te animas, te acercas a hacer el trato, llegas a acuerdo, te abre la puerta y pasas. Adentro, un piso alargado sirve de reposo a sus nalgas luego de horas de pie. Se atisba una cortina, un lavabo pequeño y una cama tras la tela. Algunas cuentan con un espacio en el segundo piso, al cual se accede por una estrecha escalera, que tras cancelar una buena cantidad de euros te ofrece lo que incluya el paquete por un tiempo acotado, la versión más hardcore de Ámsterdam o la más delicada, todo dependiendo del precio.
Junto con los tulipanes, los canales y su barrio rojo, lo que más caracteriza a la capital de Holanda son las bicicletas. Estacionadas, colgadas, adornadas, apuradas, pasan llevando a sus usuarios a sus destinos dentro de la fragmentada geografía de la ciudad. En concéntricos anillos los canales de Ámsterdam permiten a aquel que cuente con transporte marítimo atravesar la ciudad de punta a cabo desde la Casa-Museo de Ana Frank por el noroeste hasta el Zoológico por el sureste, y si no es por los canales, sendas ciclovías se disponen por toda la urbe en un entramado planificado y pensado para peatones y ciclistas. Perdido entre sus pasajes, y guardando el cuidado suficiente como para no verse atropellado por alguna bicicleta disparada, uno puedo hallarse de pronto en medio del Bloemenmarkt, un extenso mercado de flores, suvenires, y artículos de jardinería dispuesto junto a uno de los cursos de agua más importantes de la ciudad. Allí, entre tiendas adornadas con quesos de todos los tamaños, colores y formas, y entre vitrinas luciendo los pintorescos zuecos de madera propios de la campiña,  los bulbos florecen y un millar de semillas se disponen a la venta en pos de mantener la tradición floral holandesa. En la misma línea, y junto con los famosos molinos holandeses, el arte de la cerámica pintada en azul es otra de las tradiciones propias de las bajas tierras europeas, cerámica que se puede encontrar en la más amplia gama de formatos y precios para aquellos que quieran llevarse un pedacito de Holanda para empotrar en alguna pared de sus casas. Más allá del distrito culinario se halla el Rembrandtplein, el Rijksmuseum y el Museo a Van Gogh, todo un espacio dedicado a las artes y a los referentes pictóricos que han hecho de Holanda un país internacionalmente conocido por algo más que por ser sede de La Haya y por su capital Ámsterdam. Paraíso de la libertad y el libertinaje, esta última debe también su fama a la facilidad con la que es posible acceder a drogas de diverso calibre y a lo regulado de su industria sexual. Emplazado entre varias iglesias, el Redlight District supone un barrio que hace lucir los sex shops de Pigalle en Paris como un esfuerzo amateur. El Museo del Sexo, el Museo Erótico y el Museo de la Marihuana son sólo algunas de las interesantes atracciones con las que cuenta el distrito, donde tanto viajeros como turistas se entregan a las indulgencias que promueve tanto la curiosidad como el apetito. Teatros con sexo en vivo así como una rica y variada oferta sexual puede ser disfrutada por unos cuantos euros en un barrio donde todo está rigurosamente regulado y vigilado, y que sin embargo brinda al visitante la ilusión de lo prohibido ofrecido a simple vista. Sendas farolas de rojo neón alertan a los paseantes de donde hallar a los maniquíes vivientes que tras vitrinas de cristal ofrecerán sus servicios sexuales desde media tarde en adelante, llegando a su peak ya caída la noche cuando los rojos centinelas encendidos por doquier le agregan aún más belleza a la ciudad al ser reflejados en las aguas de los canales. Latinas, africanas, asiáticas, transgénero, nórdicas y cuanto pueda esperarse en cuanto a la diversidad de lo ofrecido, incluido un par de puertas donde son hombres los que ofrecen sus servicios, puede encontrarse con facilidad a unos cuantos pasos de la Amsterdam-Zentraal, la estación de trenes que recibe los pasajeros de todas las líneas de metro de la ciudad así como trenes internacionales que tras pasar por Duivendrecht alimentan a la capital holandesa con viajeros y turistas de todas las latitudes en busca de los deleites diurnos y nocturnos que tiene para ofrecer.
La chica se mantiene impávida mientras otras miran a los transeúntes con ardor. Mientras otras se acicalan, revisan su maquillaje o entablan trato con algún transeúnte interesado, la chica mantiene la mirada perdida. Es sabido que si a algún transeúnte le interesa lo que ve irá hasta la puerta y solicitará un trato. Si al revés, es la chica la interesada, será ella quien toque el cristal desde su lado en pos de llamar tu atención y atraerte hacia ella. La chica, maquillada con sutileza, expone sus pechos tras la vitrina y un ajustado conjunto rojo de medias ligas le adorna las piernas mientras las separa un tanto proponiendo algo más sin decir palabra. La chica te mira, te abre la puerta y pasas.



Redlight District – Ámsterdam

Fotografía/Photo por/by David Lethei

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