HIMNO AL CRÁNEO
OH, cráneo sombrío,
que con tu cavidad, desierta y vana,
proclamas el vacío
de las grandezas de la vida humana.
Cuántas veces también tú sentirías
rugir en lo interior de tu caverna,
ya para siempre solitaria y muda,
las tormentas bravías
del delirio del dogma, en lucha eterna
con el sarcasmo de la eterna duda.
Quizás tú fuiste el místico palacio
de un apóstol sublime
para quien la extensión del mismo espacio
fue lóbrega prisión, cárcel que oprime.
Pero si fuiste el templo por Dios hecho
para el autor de un dogma soberano,
¿por qué dentro de ti se siente estrecho
el mísero gusano?
Quizás tú fuiste el bizantino trono
del déspota más vil de que hay memoria,
de cuantos con su torpe y negro encono
provocaron los rayos de la Historia.
Pero si fuiste el pedestal sangriento
de un autor de cadenas,
¿por qué alza un himno en torno tuyo el viento
y brotan azucenas?
OH, cráneo sombrío,
que con tu cavidad, desierta y vana,
proclamas el vacío
de las grandezas de la vida humana.
Cuántas veces también tú sentirías
rugir en lo interior de tu caverna,
ya para siempre solitaria y muda,
las tormentas bravías
del delirio del dogma, en lucha eterna
con el sarcasmo de la eterna duda.
Quizás tú fuiste el místico palacio
de un apóstol sublime
para quien la extensión del mismo espacio
fue lóbrega prisión, cárcel que oprime.
Pero si fuiste el templo por Dios hecho
para el autor de un dogma soberano,
¿por qué dentro de ti se siente estrecho
el mísero gusano?
Quizás tú fuiste el bizantino trono
del déspota más vil de que hay memoria,
de cuantos con su torpe y negro encono
provocaron los rayos de la Historia.
Pero si fuiste el pedestal sangriento
de un autor de cadenas,
¿por qué alza un himno en torno tuyo el viento
y brotan azucenas?
HYMN
TO THE CRANIUM
Oh!
Gloomy Cranium
that
with your vane and empty cavity
you
declaim the void
of
the greatnesses of the human life.
How
many times perhaps you would feel
roar
within your cavern,
for
ever in solitude and muteness,
the
brave storms
of
the tenet’s delirium, in eternal struggle
with
the sarcasm of the everlasting doubt.
Perhaps
you were the mystic palace
of
a sublime apostle
for
whom the extension of space itself
was
a grim prison, oppressing jail.
But
if you were the temple made by God
for
the author of a regnant dogma,
why
is it, that inside you
feels
so narrow, the miserable worm?
Perhaps
you were the byzantine throne
of
the vilest despot that has ever lived,
from
the many that with their clumsy and ominous rancour
have
provoked the rays of History.
But
if you were the bloody pedestal
of
an author of chains,
why
does the wind raise an hymn around you
and sprout lilies?
Pedro Antonio González Valenzuela (Chile, 1863 - 1903)
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