Bitácora poético/cletera...que es lo mismo ni es igual
Journal for poetry and cycling lovers ...that is the same yet it's not equal

viernes, 26 de julio de 2013

Desert

¿Quién ha osado caminar por el silencio
de las dunas sempiternas
del desierto de mi alma?


Who has dared to walk through the silence
of the everlasting dunes
on the desert of my soul?


 
Poema por / poem by David Lethei
Fotografía por / Photo by Paula Retamal
...gracias por compartir / thank you for sharing!

viernes, 12 de julio de 2013

The Lonely Stations - by David Lethei




THE LONELY STATIONS

The lonely stations
are devoted women
waiting in the middle of the fields
with a done supper.
The lonely stations
that for their lovers still holds
with the same love and the patience
that water to the dry land restores.
Their elderly bodies
full with nostalgia of beautiful ages
when pleased they received
to the upcoming and always going crowds,
when they cleaned the foreheads
of the exhausted trains
and moisturized their borders
and polished their wheels.
The lonely stations
are lonely women
that remained beholding
while is all gone
that restrained their tears
to remain excels
and became bastions
of the glory of the past.
The lonely stations
those that for always have waited
await and shall wait
abandoned by the railway
with that taste on their mouths.
The lonely stations
are cracked women
torn by the sun
and by the unstoppable passing of time
silenced by the night
stared by the moon
full of spider webs, holes and memories
of pristine child smiles.
The lonely stations
neither name now they have
only past times
are their taciturn selves,
only muteness
only melancholia
even hope leaves them
neither death visits them.

(incluído en / included in "...después de ahora..." -poemario / poems)
Photo by Carlos  Hernández 

Estación


Una contribución de / A contribution by Carlos Hernández
...gracias por compartir / thank you for sharing!

domingo, 7 de julio de 2013

Camino - por/by Sergio Guerrieri

Camino

Fui para andar sin contemplaciones
a encontrar restos del nacimiento.

No entendí las entrañas diseccionadas
como carroña de las aves, no pregunté por el azar
de sus posiciones, no haché la tierra
cubriendo la carne recién fagocitada.

La metáfora era un ser diminuto,
una deformidad del lenguaje para alimentarme,
no amontoné los desperdicios de la cacería.

Luego yo fui entraña y me contraía,
fui viento y ardía, fui despedido
en mi increíble nacimiento.
No intenté regresar siquiera.

El ave volaba en mí como un hombre
posado en la razón de su alimento;
no era azar este tumulto de piel naciendo:
me atravesaba un ave, me atravesaba un ave.


Path 

I went out wandering with no remorse
to find the remains of my birth.

I didn´t understand the dissected bowels
as carrion for birds, I didn’t ask for the randomness
of their positions, I didn’t beat up the soil
covering the recently engulfed blood.

The metaphor was a tiny being,
a language’s deformity to feed myself,
I didn’t piled up the hunt’s waste.

Then I was bowel and I shrunk,
I was wind and burned, I was released
on my unbelievable birth.
 I didn’t even try to go back inside.

The bird flew over me as a man
standing for the reason of his food:
it wasn’t randomness this skin’s turmoil getting birth:
a bird crossed over me, a bird crossed over me.
  

publicado en la bitácora / published in the blog
http://elvoyeurista.blogspot.com 

lunes, 1 de julio de 2013

El perro de Pavlov - por Selena Pavez



Hace algunos años en alguna revista dominical sucedió que - como por casualidad - me enteré del experimento de Pavlov. Me parecía increíble que un perro al sonido de una campana comenzara a babear, quizás imaginando el alimento que luego vendría.


Pasado algunos años en una conversación con mi abuelo, me contó como algunos boxeadores reaccionan haciendo fintas al sonido de gong, quizás nos parezca risible observar una situación como esa, pero cuando consideramos el daño que ha recibido un hombre en la práctica de un mal llamado deporte no puedo menos que juzgar como cómplices de la destrucción de un humano a los que apoya con goce y jolgorio la destrucción de otro.


Más recientemente me enteré que desde el medio oriente han llegado a nuestro país un grupo de inmigrantes escapando de los horrores del genocidio que en su país se comete. Tristeza me causó el enterarme que cuando estos oyeron la sirena de los bomberos, que indicaba el medio día, su reacción fue la de esconderse, temerosos de la caída de proyectiles. Sin embargo todas estas experiencias no son nada cuando de mi propia experiencia les relataré lo que vi en un vagón del metro.


Me dirigía a mi hogar cómodamente sentada y tratando de pasar desapercibida mirando un punto que se alejaba en la nada cuando, al llegar a una estación la vi. Impecablemente vestida de negro, cuidadosamente maquillada, pero su rostro reflejaba las huellas del cansancio. Unos zapatos de tacones altos capturaban unos pequeños pies muy blancos.  La vi balanceando grácilmente todo su cuerpo y avanzando con seguridad. Entonces, mientras escuchaba su reproductor de música, se tomó firmemente del pasamano vertical y de pronto, al compás de su música comenzó a contornearse como si estuviera en el mejor de los cabarets.


Hoy día me pregunto si todos de una u otra manera seremos perritos de Pavlov, en espera del sonido de esa campanilla, que nos va a hacer cambiar nuestro comportamiento.  Me gustaría poder seguir cavilando en este tema, quizás  hasta explayarme en ello, pero he oído el timbre del colegio y noto que mi cuerpo ya avanza rápido por el pasillo deseoso por llegar al patio.

 Una contribución de Selena Pavez Vásquez
...gracias por compartir.