Bitácora poético/cletera...que es lo mismo ni es igual
Journal for poetry and cycling lovers ...that is the same yet it's not equal

miércoles, 12 de octubre de 2016

Fall in Autumn - 5th entry -

FALL IN AUTUMN
                     540 days off season

entry 5  Moving out

                Las varillas perfumadas despiden un agradable aroma a lavanda mientras las pequeñas flores del Brezo despuntan desde un rincón del escritorio. Son las 7 de la tarde. Afuera atardece y una leve brisa remece las hojas de los árboles mientras una ardilla que otra salta de rama en rama. Por fin hay silencio en Archers Road. Se cumple una semana desde la mudanza desde Primrose Cottage y por fin las cosas parecen asentarse. Alfonse, amablemente se había ofrecido a traerme desde los verdes páramos de Allington Lane para instalarme en lo que sería mi casa los próximos meses. Y al igual que una multitud de otros estudiantes, me vi llegando ataviado con mi vida a cuestas resumida en los 19 kilos de mochila de viaje y los dos bolsos de mano. Al igual a medias, debo decirlo, tomando en cuenta que mis nuevos compañeros de residencia llegaban con sus padres y otros familiares, apertrechados hasta los dientes con cuanto pudieron traer desde sus casas, venidos desde todos los lugares de Inglaterra posibles, así como de Grecia, Kenia, China, España, Rumania, India, y otros cuantos rincones del mundo aún por descubrir. Como un rito conocido, la marea de muchachos y muchachas que con suerte alcanzaban los veinte años de edad se instalaba en los dormitorios pre asignados por la Universidad, en los residenciales dominios de Archers Road – Romero Accommodation Halls. Con ellos, acarré mis escasas pertenencias hasta el Flat número 14, dormitorio 138; pequeña habitación con baño privado, amplio escritorio, clóset empotrado, repisa, cortinas y vista hacia el verde patio trasero del edificio por la módica suma de 120 libras a la semana. Compartiría una amplia cocina con Rose, Sasha, Giota, James y otros cuantos muchachos más ansiosos porque empezara la fiesta, esta nueva vida que se les venía encima con responsabilidades, independencia de sus padres y la tan preciada autodeterminación, libertad que ocuparían principalmente en enfiestarse todas las noches de la llamada “Freshers Week”. Evidentemente para mí el enfoque sería distinto. Mi realidad como estudiante internacional se asemejaba más a la de cientos de otros estudiantes venidos de todas partes del mundo, que repartidos en los numerosos Halls con los que contaba la Universidad como Bencraft, Mayflower, Glen Eyre, Wessex Lane, entre otros, así como en casas de arriendo privado en lugares tan disímiles como Portswood o Northam, veníamos a llevar adelante la promesa de estudiar en el extranjero por un semestre o dos algunos, y otros durante los cuatro o cinco años de sus respectivas carreras. La fiesta era una bienvenida para todos evidentemente. Pero como suele ser, no todos estábamos interesados en ella. Habiendo llegado con las cosas medianamente listas, traídos de la mano de sus padres, jóvenes y luminosos como eran, no pasarían un par de horas para que estuvieran todos programando para la celebración de turno. Mi caso sería diferente.  Luego de asumir el cambio que significaba mudarse de las mañanas brumosas a las ruidosas y del desayuno asegurado a la incerteza de alimento, había que personalizar el espacio asignado, aprovisionarse, pensar en los fríos venideros. Pasaría entonces el resto de la semana recorriendo cuánta tienda hallare que diera aunque fuere indicios de respetar mi escueta economía; Poundland, donde podrías encontrar todo por una libra o menos, Ikea, el gigante sueco del retail, Sainsbury´s, Asda, Iceland, Aldi serían las marcas y lugares que se harían familiares en los días por venir, lugares donde hallar las ollas, los sartenes, los cubiertos, las colchas; espacios para encontrar la Nutella a bajo precio, el atún en promoción, los fideos, el arroz; rincones donde acopiarse de frutas a bajo precio, jugos exóticos, galletas, pan, lentejas e infusiones para la hora del té. Un sinfín de productos traídos de todas partes del mundo que invitaban a ser probados, olidos, descubiertos como una agradable sorpresa, o una inesperada desilusión. Por todas las céntricas calles que me tocaría caminar encontraría todo lo necesario para aprovisionar la despensa sin desbancar mis finanzas y de paso darle un toque internacional al menú personal. Y en el menester de hacer del rincón 138 un lugar más acogedor, por esas calles y pasajes hallaría, además del detergente, papel higiénico y otros artículos de aseo de turno, las sendas varillas perfumadas que me recibirían después de cada jornada en la Universidad, así como el pequeño macetero con pequeñas hojas y rosadas florecillas que por 1 libra y 49 le daría a mi espíritu algo de lo que cuidar y ver brotar en tierras tan lejanas.




Romero Hall of Residence – Southampton

Fotografía/Photo por/by David Lethei

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