FALL IN AUTUMN
540 days off season
entry 24 – Red lights
La chica toca la puerta de cristal para
llamar la atención de los curiosos transeúntes. Maquillada con sutileza, expone
sus pechos tras la vitrina y un ajustado conjunto rojo de medias ligas le
adorna las piernas más largas que el olvido. Si pasas atento y te animas, te
acercas a hacer el trato, llegas a acuerdo, te abre la puerta y pasas. Adentro,
un piso alargado sirve de reposo a sus nalgas luego de horas de pie. Se atisba
una cortina, un lavabo pequeño y una cama tras la tela. Algunas cuentan con un
espacio en el segundo piso, al cual se accede por una estrecha escalera, que
tras cancelar una buena cantidad de euros te ofrece lo que incluya el paquete
por un tiempo acotado, la versión más hardcore de Ámsterdam o la más delicada,
todo dependiendo del precio.
Junto con los tulipanes, los canales y su
barrio rojo, lo que más caracteriza a la capital de Holanda son las bicicletas.
Estacionadas, colgadas, adornadas, apuradas, pasan llevando a sus usuarios a
sus destinos dentro de la fragmentada geografía de la ciudad. En concéntricos
anillos los canales de Ámsterdam permiten a aquel que cuente con transporte
marítimo atravesar la ciudad de punta a cabo desde la Casa-Museo de Ana Frank por
el noroeste hasta el Zoológico por el sureste, y si no es por los canales,
sendas ciclovías se disponen por toda la urbe en un entramado planificado y
pensado para peatones y ciclistas. Perdido entre sus pasajes, y guardando el
cuidado suficiente como para no verse atropellado por alguna bicicleta
disparada, uno puedo hallarse de pronto en medio del Bloemenmarkt, un extenso
mercado de flores, suvenires, y artículos de jardinería dispuesto junto a uno
de los cursos de agua más importantes de la ciudad. Allí, entre tiendas
adornadas con quesos de todos los tamaños, colores y formas, y entre vitrinas
luciendo los pintorescos zuecos de madera propios de la campiña, los bulbos florecen y un millar de semillas se
disponen a la venta en pos de mantener la tradición floral holandesa. En la
misma línea, y junto con los famosos molinos
holandeses, el arte
de la cerámica pintada en azul es otra de las tradiciones propias de las bajas
tierras europeas, cerámica que se puede encontrar en la más amplia gama de
formatos y precios para aquellos que quieran llevarse un pedacito de Holanda
para empotrar en alguna pared de sus casas. Más allá del distrito culinario se
halla el Rembrandtplein, el Rijksmuseum y el Museo a Van Gogh, todo un espacio
dedicado a las artes y a los referentes pictóricos que han hecho de Holanda un
país internacionalmente conocido por algo más que por ser sede de La Haya y por
su capital Ámsterdam. Paraíso de la libertad y el libertinaje, esta última debe
también su fama a la facilidad con la que es posible acceder a drogas de
diverso calibre y a lo regulado de su industria sexual. Emplazado entre varias
iglesias, el Redlight District supone un barrio que hace lucir los sex shops de
Pigalle en Paris como un esfuerzo amateur. El Museo del Sexo, el Museo Erótico
y el Museo de la Marihuana son sólo algunas de las interesantes atracciones con
las que cuenta el distrito, donde tanto viajeros como turistas se entregan a
las indulgencias que promueve tanto la curiosidad como el apetito. Teatros con
sexo en vivo así como una rica y variada oferta sexual puede ser disfrutada por
unos cuantos euros en un barrio donde todo está rigurosamente regulado y
vigilado, y que sin embargo brinda al visitante la ilusión de lo prohibido
ofrecido a simple vista. Sendas farolas de rojo neón alertan a los paseantes de
donde hallar a los maniquíes vivientes que tras vitrinas de cristal ofrecerán
sus servicios sexuales desde media tarde en adelante, llegando a su peak ya
caída la noche cuando los rojos centinelas encendidos por doquier le agregan
aún más belleza a la ciudad al ser reflejados en las aguas de los canales.
Latinas, africanas, asiáticas, transgénero, nórdicas y cuanto pueda esperarse
en cuanto a la diversidad de lo ofrecido, incluido un par de puertas donde son
hombres los que ofrecen sus servicios, puede encontrarse con facilidad a unos
cuantos pasos de la Amsterdam-Zentraal, la estación de trenes que recibe los
pasajeros de todas las líneas de metro de la ciudad así como trenes
internacionales que tras pasar por Duivendrecht alimentan a la capital
holandesa con viajeros y turistas de todas las latitudes en busca de los
deleites diurnos y nocturnos que tiene para ofrecer.
La chica se mantiene impávida mientras
otras miran a los transeúntes con ardor. Mientras otras se acicalan, revisan su
maquillaje o entablan trato con algún transeúnte interesado, la chica mantiene
la mirada perdida. Es sabido que si a algún transeúnte le interesa lo que ve
irá hasta la puerta y solicitará un trato. Si al revés, es la chica la
interesada, será ella quien toque el cristal desde su lado en pos de llamar tu
atención y atraerte hacia ella. La chica, maquillada con sutileza, expone sus
pechos tras la vitrina y un ajustado conjunto rojo de medias ligas le adorna
las piernas mientras las separa un tanto proponiendo algo más sin decir
palabra. La chica te mira, te abre la puerta y pasas.
Redlight District – Ámsterdam
Fotografía/Photo por/by David Lethei
No hay comentarios:
Publicar un comentario