Bitácora poético/cletera...que es lo mismo ni es igual
Journal for poetry and cycling lovers ...that is the same yet it's not equal

domingo, 13 de noviembre de 2016

Fall in Autumn - 9th entry -

FALL IN AUTUMN
                     540 days off season


entry 9  Goal!

               El Gary corre. El Gary corre como si le pagaran millones por hacerlo.
Temprano  en la mañana había tenido que hacer mi primera presentación grupal sobre el fascinante tema del Constructivismo social. Mientras canalizaba mis esfuerzos en hacerme entender, sobre todo considerando lo intangible de la materia en cuestión, pensaba en el nerviosismo de las chicas que me acompañaban, arrojadas de improviso a la inédita experiencia de exponerse ante una audiencia de nivel universitario. Habíamos estado preparando la presentación durante varias jornadas, mas aún así los nervios en la cara de Beth eran evidentes. Jessica apretaba los dientes mientras Yifan perseguía una sombra en el techo y Rosalie trataba de llamar su atención. Mila miraba con detenimiento sus tarjetas. No quería cometer errores y hacía un esfuerzo adicional por hacerse entender en una lengua que no era la de ella. A veces miraba de reojo. El marcador decía 0-0 en tanto los Saints de Southampton, el equipo local, trataban de hacer frente a la arremetida del Inter. La pelota, rápida y liviana, se perdía de tanto en tanto en las tribunas a lo que el partido se detenía a la espera de que fuera devuelta. Y era devuelta. El equipo local, venido a menos en las últimas décadas, vestía la albirroja característica, mismos tonos que adornaban el estadio de punta a punta, atiborrado de fanáticos de todas las edades portando sus bufandas bicolores y sus banderines. El olor a salchicha, tocino y otras especias se paseaba a ratos y se entremezclaba con el agradable perfume de una de las asistentes. Las más enérgicas sin duda, mujeres en los cincuenta y tantos; un buen número de personas en lo que podríamos catalogar como tercera edad mientras otro tanto repartido entre un amplio rango  de edades adultas. Falla en la defensa. Gol del Inter. La multitud se desarma por un breve instante para luego recomponerse con más bríos y entusiasmo. Cantan, corean los himnos de la barra local, y no hay un punto además del verde campo en el que no se agite una banderola albirroja. Penal. Silencio en el estadio luego, júbilo. Tras un par de escaramuzas entre los equipos rivales, el pateador designado se planta ante el balón. Un minuto para el fin de la primera mitad. Esta es la oportunidad de empatarlo. La masa expectante agita sus puños a la espera de una celebración segura. Horror. El arquero contrario desvía el balón y el equipo local se va al descanso en desventaja. Los rostros iluminados del resto de la clase se estremecen, hacen gestos, muecas, por fin han entendido de que se trata la teoría, por fin se puede atisbar en sus miradas la chispa del entendimiento. Luego de la presentación, Hassan se acerca y me ofrece las entradas. Primer partido de mi vida en un estadio. Southampton, frío, noche, multitud enardecida, vítores, comienza el segundo tiempo. Cambio de lado y de pronto me surge un extraño sentimiento de camaradería patriótica. Quiero apoyar al local pero el Pitbull está ahí, mordiendo a sus oponentes a unos cuantos metros de distancia. Me lo imagino ganando las Copas por tanto añoradas. Me lo imagino corriendo por algún peladero en Conchalí, no muy lejos de las calles de las que yo vengo. Me lo imagino chuteando piedras, latas, pelotas gastadas, jugando con los del barrio. Me lo imagino cuando de pronto explota la alegría. Southampton acaba de empatar y el estadio se viene abajo. Jamás habiendo sido un futbolero, ni muchísimo menos un devoto de algún equipo local, lo único que me hubiese gustado ir a ver alguna vez sería a la Selección Nacional. De hecho muchas veces consideré debutar en la experiencia yendo a ver a la Roja de todos como le llaman los marketeros. Sin embargo, con el frío en los huesos y rodeado de entusiastas sajones me vi enfrentado por primera vez al rito de ver a una tropa de atletas detrás de un balón, y a nosotros siguiendo la misma con la mirada ansiosa. Faltan 5, sacan a Gary tras recibir amarilla y la gente se pregunta por qué su equipo no ataca y más bien prefiere jugar de media cancha hacia atrás. La pelota vuelve a las gradas y de ahí, de vuelta a la cancha. No hay rejas ni vallas de contención para con el público. Los niños con sus padres se escabullen de tanto en tanto para ir por más comida. La efervescencia aumenta. Se oyen las quejas contra el árbitro. El balón se escabulle entre una maraña de piernas y estamos todos casi de pie. No sabemos si sentarnos o no mientras la jugada se apresura en llegar a portería. Disparo directo al arco pero el arquero la desvía al travesaño. Rebote. Otro más, y otra vez pero en el rostro. Un jugador caído. Los puños se aprietan, el partido se acaba, el Gary mira atento desde la banca, el grito se ahoga, el grito ensordecedor que se escuchase hace media hora. La pelota renuncia a entrar, se rehúsa, da de costado, entra. La audiencia aplaude. Al terminar la exposición nos felicitan no sólo por el contenido de la misma, sino también por la forma, por el estilo personal de presentación que habíamos ofrecido. Hassan me recuerda que me esperará a las 7:15 junto a The Avenue. El reciente cambio de horario hace a la noche y al frío más patente. Gol. La cuenta termina 2 a 1 y los equipos se despiden respetuosamente a pesar de los encontrones. El Pitbull sigue corriendo, pero esta vez al camarín, se me hace que le vino el hambre. A mí igual y aún queda volver a casa.




St. Mary´s Stadium – Southampton

Fotografía/Photo por/by David Lethei

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