A medida que se iba cerrando el año 2011; una
intuición -tal cual- condujo a las fuerzas que a mi voluntad mueven a llevar
adelante el proyecto de publicar los poemas que habían sido escritos a través
de mis manos e intelecto a lo largo de al menos, diez largos años. Cada obra
implicaba un concepto particular, una temática que aunaba una serie de poemas
escogidos lo que, a la larga, fue dejando de lado un cúmulo de poemas que no
serían seleccionados ni para las respectivas obras ni para otros proyectos. Por
cuestiones de extensión, tema o destiempo, estos poemas fueron quedando
inéditos respecto a los demás los cuales sí encontrarían su lugar en las
diversas obras llevadas adelante durante el presente año. Mas, una certeza vendría
a abrirse paso durante todos estos días. La verdad ineludible de que, si bien
me podía esmerar en escoger a unos sobre otros, dicha selección adolecería de
arbitrariedad, y no necesariamente vendría a representar a fondo el largo
proceso creativo llevado a cabo. Sin duda, cada poema inédito, cada poema no
escogido, dejado de lado u olvidado implica una pieza esencial dentro de la
gran obra llevada adelante. Las excepciones confirman la regla. Los grandes
poemas surgen luego de largos procesos dedicados a la creación, al ejercicio
del escribir, no cuando uno quiera, sino cuando el escribir sobrevenga; y como
ello suele suceder a menudo pues bien, que la inspiración nos encuentre
trabajando parece ser la consigna. Así, los inéditos terminan siendo fundamentales. De no ser
por ellos, el lugar hasta donde el crear nos lleva sin duda no sería el mismo.
Somos lo que hacemos y nuestros actos tienen más de inédito que de exuberante
fama. Las vidas mismas están conformadas de infinitos instantes inéditos que
construyen aquello a lo que llamamos existencia. En consecuencia a esta idea, Inéditos nace del esfuerzo recopilador
de todas estas piezas dejadas de lado. Igualmente de lado vendría a revelarse
una certeza más brutal aún; la de la naturaleza de lo inédito. Actos inéditos y
Seres inéditos. Actos, que de no ser tales cotidiana e insoslayablemente
necesarios, pondrían en entredicho la estabilidad de estas sociedades de las
que somos parte y con las que comulgamos. Seres, que diariamente construyen y
sostienen las premisas que dan sentido a nuestras mutuas vidas. ¿Podríamos
estar teniendo esta interacción, por virtual que sea, si un inédito (o muchos)
no hubiesen llevado adelante su trabajo (o vocación) en pos de desarrollar esta
tecnología o si, al mismo tiempo, una infinidad de actos inéditos no hubiesen
tomado lugar para permitirnos siquiera concebir este segundo? Ciertamente no.
La sociedad en la que co-vivimos y co-construimos está llena de inéditos seres,
atravesada por infinitos actos inéditos los que, a la larga, soterrada y
pacientemente, hallan o hallarán la forma de sobrevivir a la disolución de todo
sentido. Y cuando ello ha ocurrido, también inéditos hombres han sido desaparecidos
por la fuerza de otros inéditos hombres que llevando ciegamente adelante sus órdenes
han materializado las atrocidades de miles de auto investidos que han
pretendido trascender a su naturaleza ignota a través de la praxis del horror. Hablo de los inéditos entre los inéditos, los
que ni siquiera tienen nombre al que consignar sus existencias y mucho menos
atribuir una memoria. Con el dolor que implica esta verdad toma relieve el peso
del nombre de este poemario que hoy sale a andar. Inéditos poemas que,
guardando las proporciones, se homologan a inéditos actos y seres y como tales
constituyen las células a este cuerpo al que se nos antoja llamar obra, o
memoria, o existencia.
David Lethei - Dic. 2012
Gracias... Con lo que conlleva la palabra en Sí.
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