Bitácora poético/cletera...que es lo mismo ni es igual
Journal for poetry and cycling lovers ...that is the same yet it's not equal

viernes, 2 de diciembre de 2016

Fall in Autumn - 12th entry - Part I

FALL IN AUTUMN
                     540 days off season


entry 12 Part I  Cymru (Into Wales and back)


                    Eran las 7 de la tarde. La noche había caído hacía rato en Cymru y yo hacía guardia al tren que me llevaría de vuelta a Chester. La pintoresca estación de trenes, un imán para los viajeros y turistas en la no menos pintoresca villa de Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch, me albergaba hacía ya una hora y la temperatura había disminuido considerablemente. Sin nadie más en la estación que este pobre peregrino, me preguntaba si de hecho alguien tomaba el tren desde allí en algún momento del día, tomando en cuenta que del largo rato que llevaba deambulando por el lugar no había logrado atisbar alma alguna en la terminal, además obviamente de los frecuentes viajeros y turistas ávidos por sacarse una foto junto al letrero con el sui generis nombre de aquel lugar perdido en la entrada a la isla de Anglesey. Con no menos frío la noche anterior había llegado desde Southampton tras un largo viaje de 8 horas en bus hasta Chester, ubicada en la frontera norte entre Inglaterra y Gales. Desde ahí, tras recorrer sus calles desiertas unas horas antes del alba, había tomado el tren hasta Bangor, en la costa oeste de la montañosa región; un viaje soñado junto a la orilla norte de Gales que me llevaría sobre el riel junto a las aguas del mar de Irlanda permitiéndome divisar a la distancia el puerto de Liverpool y la Isla de Man. Las luces del amanecer me acompañarían hasta descender del tren para rápidamente abordar un bus local hacia Caernarfon, mi primer destino oficial como parte de la travesía. En Caernarfon había nacido Edward II, infame hijo de Edward “Longshanks” igualmente infame por aplicar su brutalidad acostumbrada sobre Wallace y los Scots durante las guerras de independencia de Escocia. En Caernarfon uno podía hallar la magnificencia de su castillo medieval y atisbar a la distancia tanto a Anglesey por el oeste como al parque nacional de Snowdonia, con el pico más alto de toda Gales, el Snowdon, asomando la vista por sobre las nubes con sus 1085 metros de altura. Yr Wyddfa, como se le denomina en galés, se alza como una atalaya en el extremo noroeste de  Eryri, el nombre original del parque de 2.130 km cuadrados que me había hecho llegar hasta ahí en primer lugar. En Caernarfon, como en toda Gales, se podía oír a la gente charlando indistintamente en inglés o en galés, siendo dicha nación uno de los pocos lugares donde aún se mantiene viva la tradición y lengua de las culturas celtas de la Edad del Hierro. En Caernarfon me maravillaría con sus altos muros de piedra y sus vistas hacia el estrecho de Menai, aquel que separa Gales de la isla de Anglesey y que alguna vez el capitán Cook refiriese como el más peligroso entre los que le había tocado navegar. Caernarfon, pequeña villa con sabor a medioevo desde donde partiría de vuelta a Bangor, esta vez para explorarlo a cabalidad. Ahí, a diferencia de en Caernarfon, podría hallar una activa calle comercial, abundante en opciones tanto en artesanía local como en productos de producción masiva, activa vida universitaria dada la Universidad de Bangor emplazada en las alturas sobre el pueblo, además de un atractivo muelle abriéndose paso sobre las aguas del estrecho. Desde su extremo y al girar la cabeza, uno podía apreciar la belleza de las montañas nevadas de Eryri, coronando imponentes las alturas sobre Bangor junto a las aguas que rodean Gales por el norte. Un artesano local me enseñaría ahí que Wales (el nombre de Gales en inglés) era, si bien el nombre por el cual el país era internacionalmente conocido, no precisamente el más apreciado por los locales. Wales refiere en su acepción original al extranjero, a aquel que es un desconocido, mientras que su gente llama a sus tierras Cymru, que en galés significa amigo, un término mucho más apropiado para estas inmemoriales tierras habitadas por granjeros, pastores y amantes de las ovejas desde mucho antes de la llegada de los romanos a Gran Bretaña. Desde Bangor y antes de caer la tarde, me dirigiría hasta el puente colgante sobre el Menai en dirección a la villa con el nombre más largo en todo el Reino Unido, desde donde se prometía pasaría un tren a eso de las 7 que me llevaría de vuelta a Chester. Diez minutos después de la hora acordada, las luces del expreso me sacudirían la escarcha a esas alturas depositada en todos los rincones. Me dolían los pies, tenía hambre, frío y ganas de estar en casa, pero no precisamente en Santiago de vuelta en Chile, sino en algún lugar perdido en el corazón de Eryri, junto a las montañas, los bosques y el fuego de un hogar galés.



Caernarfon Castle – Caernarfon

Fotografía/Photo por/by David Lethei

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