FALL IN AUTUMN
540 days off season
entry 19 – English Breakfast
La primera vez que comí un Flapjack fue guiado por el hambre más que por
la curiosidad o alguna que otra recomendación. Con más apetito que dinero había
llegado hasta uno de los tantos mini supermercados dispuestos por doquier y
había decidido comprar lo primero que me despertara buena espina. Por una libra,
unos mil pesos chilenos, había descubierto mi mejor reemplazo para la noble
marraqueta nacional la cual no disfrutaría en los siguientes seis meses. 180
días antes del viaje, había decidido dedicarme a comer todas aquellas cosas que
difícilmente podría saborear en los siguientes. Charquicán, empanada de pino,
lentejas con zapallo, mote con huesillo, pastel de choclo, humitas, aceitunas,
paltas, melón tuna, betarragas, y arroz con leche serían sólo algunas de las
cosas que devota, y también secretamente, haría parte de mi dieta. A diferencia
de en Chile, donde la comida tradicional abunda, en las ciudades al sur de
Inglaterra pareciera que este tipo de platos ha sido relegado a lugares muy
específicos. En efecto, en cualquier calle de Londres, Bristol, Winchester,
Bath o Southampton uno puede disfrutar con total facilidad y a bajísimo precio,
de una amplia gama de platos internacionales que van desde la comida italiana y
española, hasta platos de origen indio,
coreano, chino y malasio. Sin dejar de lado con ello las regiones interiores
del este de Europa, Croacia, Polonia, Hungría, Bulgaria y los Balcanes; Chipre,
Turquía, Paquistán, Bangladesh, Myanmar, y Singapur; y si el afán no es comer
en un “take away” que es básicamente comida rápida para llevar, bien puede uno
abastecerse en las decenas de mini supermercados que venden alimentos
procedentes de todas partes del mundo, especialmente Europa del este, Medio
Oriente, y el Sudeste asiático. Uno puede hacerse un menú internacional entero
en un solo día por unas cuantas libras, o preparar el más diverso recetario
culinario con el mismo dinero. Y si la opción no está en los mencionados
emporios de comida, bien están los expendios de sándwiches, supermercados y
tiendas del rubro, las cuales ofrecen en sus refrigeradas despensas emparedados
del más diverso tipo, incluyendo tocino, diversidad de quesos, vegetales,
choclo (maíz) con pollo, salmón ahumado con salsa tártara, barbecue, de ajo,
cebolla, mayonesa, mostaza, especias y similares. Bien si uno no gusta de los take away ni tampoco uno pretende
cocinarse a sí mismo, bien uno puede ir a estos lugares y abastecerse hasta los
dientes de cuanta variedad de sándwich existe. Con la lógica de estar siempre
en movimiento, raros son los locales de comida tradicional como podrían
esperarse en Chile o en otros lugares de Sudamérica, imperando en la dieta del
inglés común la idea de una comida completa constreñida entre dos panes de
molde. Amplia es así la gama de panes de este tipo posibles de hallar. Desde el
más común y deslavado pan de molde blanco hasta el más graneado y multi-semilla
posible. Abundantes también son las “Pasties”, básicamente una empanada con una
masa un tanto más hojaldre y rellena de cuanta cosa se le pueda a uno ocurrir,
desde huevo hasta espinaca, pasando por variedad de jamones, tocinos y quesos.
Punto aparte para los famosos “Fish and Chips”, un conjunto de papas fritas sin
sal servidas junto a una presa de pescado sin espinas y adobado en un batido
frito, dentro de un cambucho de papel semi absorbente color gris. La gracia, dicen los locales, está en los
aderezos. Mostaza, salsa tártara, de ajo, vinagre y otros completan la lista de
agregados permitidos para tan noble preparación. De ahí que, en el afamado “English
Breakfast”, comprendido éste de huevos, legumbres horneadas, tocino, jamón,
salchicha, tomate cherry y champiñones, sea común agregarle alguna de las
salsas mencionadas arriba. La guinda de la torta, como decimos en Chile,
está en su tradición panadera y pastelera. Budines, tartas, trufas, pasteles, galletas,
scones y flapjacks, que en definitiva son barras de avena, muesli, azúcar rubia,
mantequilla y sirope; dan cuenta de una rica tradición en base al uso de masas,
frutas y sus derivados para mermeladas y rellenos. Habiendo descubierto ya el
dulce mundo de la repostería británica, y en el afán de no perder la costumbre,
un buen día decidí prepararme lentejas, sólo para descubrir que el querido
zapallo nacional con el que hacemos las nobles sopaipillas, en Inglaterra es
inexistente. Lo más parecido es un zapallo algo alargado cuyo sabor se asemeja
al buscado y por ello decidí utilizarlo para mi forzada receta. Sin especias,
porque a diferencia de en Chile, en suelo británico hasta el orégano cuesta una
libra, el plato bien podría bautizarse lentejas solas; sin arroz, sin zapallo,
sin papas, sin especias, pero con mucho amor.
English Breakfast – West End
Fotografía/Photo por/by David Lethei
Hola
ResponderEliminarTú mami me dio tu página. No sabes cuanto disfruto tus capítulos, en varias de tus historias me siento muy identificada. Llevo casi un año viviendo en Estados Unidos, así como se extraña la marraqueta, la comida simple y casera, las ensaladas con limón y tanta cosa nuestra.
Se que volviendo a nuestra tierra extrañaré cosas superiores como la amabilidad, limpieza, respeto de lo ajeno, cuidado del bien común y todo eso que bien sabemos significa un país primermundista. Felicito tu modo de redacción claro y con ese detalle que invita a ir por un mapa o a investigar un poco más allá. Suerte con tu proyecto y seguiré tus días.
Muchas gracias por tu mensaje. Me complace mis capítulos puedan interpretarte de la manera que describes, ésa ha sido precisamente una de sus prerrogativas, permitirle incluso a un anónimo/a caminar las palabras y a la distancia conectarse en base a la experiencia. Nos vemos en la ruta.
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